La venganza de los nerds: el poder de organización de los marginados
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Steep Romaní Zamudio, Sociología
Universidad La Católica del Perú
Lima, Perú Email: stromazamu@hotmail.com
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Steep Romaní Zamudio, Sociología
Universidad La Católica del Perú
Lima, Perú Email: stromazamu@hotmail.com
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Resucitar comentarios sobre La venganza de los nerds tal vez sea tarea trivial para algunos, siempre y cuando se conceda “acceso denegado” a las nostalgias que ella y otras producciones fílmicas de la época nos produzcan. Sin embargo, esta película llama mi atención no solo porque el que escribe pertenezca a la generación de los 80, sino porque percibo un contenido de valor político que resultará interesante indagar en las siguientes líneas.
Quisiera compartir una confesión: fui parte de aquel grupo de alumnos que lidió con la categoría nerd y los abusos de los victimarios. En mi caso, fui receptor del apelativo no precisamente porque mis notas fueran sobresalientes, sino porque usaba anteojos. Sea como fuere, la “chapa” se tornaba muchas veces molestosa y humillante. Si bien mis opiniones y bromas tenían peso entre mis compañeros y se me concedía crédito por mi destreza al dibujar –de hecho, siempre fui uno de los mejores dibujantes en primaria y secundaria–, la sensación de ser el “lorna del salón” me desmoralizaba sobremanera. El sobrenombre me persiguió durante dos o tres años.
En quinto de secundaria, cuando fui matriculado en un colegio estatal, presencié los extremos de dicho etiquetaje, dirigido esta vez a un alumno que reunía todas las condiciones para ser asediado como blanco de abusos e insultos: educado, empeñoso en los estudios, excelentes calificaciones, pacífico e inhibido, aunque sin lentes. Cayeron sobre él los adjetivos prototípicos (“nerd”, “mongol”, “idiota”) y los golpes. Parecía que por ser el primero de la clase era uno de los últimos en ser reconocido y respetado. Ciertamente, pienso que los abusivos veían en su víctima el espejo de lo que no eran, el ideal del hijo querido entre los padres y el alumno preferido entre los profesores. Al ser un recordatorio permanente de sus ausencias, tenían que “acabar” con él. Creo que este es el precedente tácito de relaciones que subyace en el maltrato al estudiante inteligente, lente judo e introvertido. Reconocer al nerd es un compromiso que los alumnos con actitudes promedio no están dispuestos a seguir, puesto que eso significaría admitir la sombra incómoda de sus incompetencias.
La situación en la película no es diferente. Louis Skolnick y Gilbert Lowell, dos amigos instruidos y educados que inician sus estudios en la Universidad Adams, son testigos directos del rechazo a que son víctimas desde el primer día. “¡Nerds, nerds, nerds…!”, reza el enérgico recibimiento de un grupo veterano de estudiantes –“guapos y deportistas”– desde el balcón de su residencia en el campus. Los abusos no tendrían descanso. El primero de ellos corresponde al desalojo arbitrario de los nerds, cuyas habitaciones pasan a ser ocupadas por los veteranos como solución inmediata a un incidente ocurrido el día anterior, a saber, el incendio de su domicilio, ocasionado ingenuamente por ellos mismos. La venia del prepotente entrenador Harris y la actitud sumisa del decano Ulich son el colchón sobre el cual reposa la medida. El desalojo es un hecho trascendental porque reúne en un mismo espacio a los marginados, el gimnasio, y es el prólogo del proceso de eventos organizativos que los nerds seguirán para llegar al poder. Precisamente, las imágenes en el gimnasio parecen encubrir un simbolismo de tono político, cual lugar de internamiento que alberga a fugitivos capturados o "refugiados de guerra", como diría Wormser, el niño genio de la película.
En la versión española, el término “nerd” es traducido como “novato”. Creo que este término es más justo para referirse a los personajes marginados de la película, ya que no todos concentran los rasgos convencionales del nerd. Incluso Gilbert Lowell, el emblema del lentejudo con camisa y vestimenta formal, brilla en vivezas, travesuras y cortejos. Otro personaje memorable es Booger, vestido con una chaqueta de cuero, prolijo en obscenidades y proveedor de hierbas estimulantes. Lamar Latrell, un homosexual negro que enseñará a su pequeño amigo Wormser las artes de la gimnasia, pesa más bien como marginal por su orientación sexual que por torpe, sumiso e inhibido. La idea del novato es la idea del recién iniciado en la vida universitaria, es decir, sin experiencias capitales previas –experiencias sexuales, fiestas liberales, emparejamientos flexibles, conocimientos, prestigio. El nerd de la película, en este sentido, se ajusta más a lo que conocemos como “cachimbo” -un amigo de La Cantuta me comentaba que a los ingresantes se los etiquetaba de “cachimbos monses”.
La venganza de los nerds es un referente no solo de marginalidad social, sino de lucha de poderes: de un sector vinculado el facilismo, la corrupción y el abuso, por un lado, y una intelectualidad contestataria emergente, por otro. Esta intelliguentsia aparece como un grupo al que se le cierran las puertas en espacios de decisión y protagonismo, pero con actitudes y habilidades modernas, como la disposición al diálogo concertador y la destreza en el manejo de la informática y las computadoras. La división de cualidades viejas y modernas confluye permanentemente dando lugar a un escenario de luchas donde la clase emergente asume la apropiación de los “recursos” de la época y, por ende, de un liderazgo potencial. Tal como dice el personaje de Gilbert:
Trabajar con una computadora es genial. Bueno, es como sentirse superior, porque puedes tener un completo control. Verás, algunas personas pueden crear con sus manos, pero cuando trabajas con una computadora tienes que construir con el cerebro.
El trabajo con las manos recuerda las destrezas físicas del grupo de veteranos de la universidad, que sacarán provecho de estas facultades para enfrentarse a sus enemigos declarados. Es el sector políticamente opuesto que la metáfora del film representa como un grupo de atléticos deportistas, pertenecientes al equipo de fútbol americano de la universidad. El físico es, ciertamente, el recurso preferido por ellos para lidiar contra los nerds. Desfasados de su época, sus ataques carecerán de ese elemento de modernidad que caracteriza al contra-ataque nerd -uso de cámaras de infiltración, elementos computarizados. El grupo de veteranos, así mismo, presidirá el Concejo de la universidad –el Concejo Griego– y manejará una red de relaciones que asegurará la estabilidad de su poder –por ejemplo, un agente de policía comprado. Los nerds buscarán desbaratar este orden de privilegios para erradicar los vejámenes cometidos sobre ellos y darle una orientación más justa a las cosas. El objetivo será la presidencia del concejo universitario.
El ascenso al Concejo constará de una serie de actividades que reunirá la participación conjunta de los nerds. El prolegómeno de este proceso es el desalojo y reubicación en el gimnasio. Estos hechos marcan lo que creo es la primera fase del proceso de organización en la toma de poder. Es allí donde los nerds comienzan a reconocerse como grupo, con las mismas dificultades e intereses. Se inicia una idea de comunidad, de pertenencia, que se hace mucho más sólida al hallar un nuevo hogar donde vivir. La casa, abandonada y hecha un desastre, es reestructurada gracias al trabajo colectivo de los nerds. La idea de desbaratar a los veteranos aún no se cristaliza, pero va aproximándose al espíritu de acción de los novatos, y la nueva casa funcionará como una sede para materializar este propósito.
La segunda fase está constituida por una serie de “intercambios” entre los novatos y los veteranos. El destrozo de ventanas con piedras, burlas mostrando los traseros, fuego en la cerca del hogar de los nerds, cerdos, son algunos de los elementos que constituyen el ataque del segundo grupo. Los nerds tomarán represalias recurriendo a la infiltración de cámaras en las habitaciones de las chicas Pi, en su mayoría parejas de los veteranos varones. También optarán por una alternativa banal para burlarse de los abusivos: echar un líquido caliente en sus suspensores.
El tercer nivel es la formación de alianzas. Los nerds ven que es necesario ser parte de una hermandad que les permita apoderarse del Concejo. La Hermandad Lambda, Lambda, Lambda, curiosamente conformada por negros, es la única asociación que los recibe como miembros. Los nerds también deciden generar lazos con las chicas Omega Mu para los juegos de carnaval, evento que marca la última fase del proceso de ascenso al poder.
La victoria en los juegos de carnaval es la que permitirá obtener la presidencia en el Concejo Griego. Consta de tres partes: pruebas de competencia (fuerza física, jabalina, eructos, etc.), fondos de caridad y espectáculo satírico-burlesco. Sería este último el que definiría la victoria del grupo de los Lambda-Omega Mu contra los Alpha Beta-Pi Delta Pi. Es en esta etapa donde los nerds emiten un corto discurso y logran una capacidad de convocatoria entre muchos estudiantes universitarios que se sentían marginados. Los veteranos ya no pueden recurrir a la violencia y acallar a los nuevos administradores del poder, puesto que aparte de tener la aprobación colectiva, los nerds cuentan con el apoyo de un contingente especial de defensa: viejos miembros de la hermandad Tri-Lambs, que forman un muro intimidante frente a los veteranos.
La venganza de los nerds refleja el sinsabor de la marginalidad, de la impotencia ante un statu quo plagado de abusos y rechazos que parece imbatible. Pero es, además, la metáfora de un grupo en claro proceso de lideración social en el que la intervención organizada dentro de un escenario de luchas definirá el inicio de una batalla contra el abuso. Tal como advierte Gilbert, indignado pero enérgico en su discurso final: “Uníos a nosotros porque nadie será libre hasta que acabe la persecución a los novatos”.
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